Ha sido a los 74 años y en Menorca, lugar en el que fundó su imperio de calzado. Al talento del empresario se le atribuye la hazaña de convertir un taller de bailarinas heredado de sus padres en una firma internacional, manteniendo el saber hacer tradicional.
Todo comenzó en 1918, cuando los hermanos Pedro y Antonio Mascaró, fundaron un negocio artesanal de bailarinas en Ferreries. No sería hasta que la compañía se puso en manos de Jaime y su primo Jon cuando esa empresa familiar aumentó su volumen y se constituyó como fábrica.
Con la llegada de los ochenta, Mascaró vería nacer su marca homónima y se desencadenó un proceso de expansión e internacionalización, aunque manteniendo la esencia artesanal.Este proceso implica que cada zapato pasa por un mínimo de 60 manos en el diseño y producción.
A finales de los noventa se unieron a la firma las hijas de Jaime, Lina y Úrsula, que aportaron un concepto de diseño adaptado a las exigencias del mercado internacional y con ellas surgieron nuevas marcas: Úrsula Mascaró, Pretty Ballerinas y Pretty Loafers, convertidas hoy en firmas demandadas por celebrities y personalidades como la princesa Letizia, Kate Middleton o Angelina Jolie.
El legado de Jaime se cuenta hoy en 90 tiendas localizadas en 22 países de los cinco continentes.
