Entre las callejuelas que rodean al Museo Picasso y como extensión de unas de las bodegas icónicas de la ciudad se descubre un concepto culinario para disfrutar de la cocina marinada con cócteles y con vistas. La Sole del Pimpi sofistica la tradición desde la vanguardia.
Sus salones situados en una primera planta limitan por dos cristaleras que convierten a sus comensales en espectadores de la Alcazaba y el Teatro Romano. La materialización de La Sole en su diseño de interiores es obra de Miguel Seguí, arquitecto y director del estudio Emealcubo. Basada en una estructura radial en forma de sol que envuelve todo el espacio, se compone de 80 rayos fabricados en madera de iroko.
Su mesa sabe a Andalucía meterializada pero materializada desde un nuevo prisma. La creatividad se apodera del sustento para alimentar también la vista en propuestas como el nigiri de atún y esencia de jamón de castaña o las croquetas del puchero acompañadas por un Manhattan.
Imágenes: @lasoledelpimpi