Uno de los elementos más funcionales de la cocina se convierte, también, en objeto de contemplación. Hablamos de los cuchillos. Ahora, además de la funcionalidad prima la estética. Los herreros, convertidos casi en artistas, vuelven a cotizar al alza.
Esta corriente antagonista a las piezas de gran consumo que intenta recuperar la calidad de este objeto milenario. Aunque el precio es elevado, debido al trabajo que implican (unas 14 o 16 horas de trabajo), las piezas que resultan son elementos únicos.
Uno de estos artesanos es Russell Montgomery que en 2010 fundó Serenity Knives en Houston. «Trabajo mano a mano con chefs locales para crear soluciones prácticas y bellas, que se adapten a sus necesidades», cuenta.
Moriah Cowles es otra de las herreras que han hecho resurgir el oficio con su negocio Orchard Steel. Ubicada en Brooklyn, el más barato de sus cuchillos ronda los 250 €.
Por su parte, Bloodrootblades emplean materiales reciclados y locales en sus cubiertos de corte. Todos sus productos están garantizados de por vida y el mantenimiento es gratis.
Imágenes: D.R.